Museo Mural Diego Rivera
El 19 de febrero de 1988 el Museo Mural Diego Rivera abrió sus puertas al público como el recinto que da resguardo y difusión a la obra mural Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central, realizada por Diego Rivera en 1947 y por encargo del Arq. Carlos Obregón Santacilia.
El fresco de Rivera con 15.67 metros de largo, formó parte del conjunto de pinturas murales que fueron realizadas por Miguel Covarrubias, Gabriel Fernández Ledesma y Roberto Montenegro, y que, adornaron el lujoso Hotel del Prado ubicado en la avenida Juárez frente a la Alameda Central.
El tema que Rivera propuso para su mural fue la Alameda Central, el paseo más antiguo de la Ciudad de México y Latinoamérica y que ha sido escenario de importantes acontecimientos históricos del país desde la época colonial hasta nuestros días.
Rivera presenta a través de una composición con lectura de izquierda a derecha la síntesis de la historia de la Alameda, compuesta por más de cien personajes de los cuales cuarenta y siete han sido identificados. El relato visual presenta los sueños de sus personajes en el pasado, presente y futuro, desde la Conquista y la Santa Inquisición hasta la modernidad de la primera mitad del siglo XX.
Diego Rivera se retrata en la zona central como un niño y con varios atributos que nos hablan de su origen y personalidad, va de la mano de la Catrina y José Guadalupe Posada a quien el muralista consideraba una gran influencia para su arte; a sus espaldas cuidándolo amorosamente se encuentra Frida Kahlo quien le apodó “Sapo-rana”.
Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central, sigue siendo una obra vigente que representa el simbolismo de la Ciudad de México, que a pesar de los cambios que ha sufrido no ha perdido su identidad. Social y políticamente hablando, la obra aún refleja las costumbres de México, su colorido, su gente, su música, así como sus conflictos; todos estos elementos fueron plasmados en el sueño de un artista que imaginó convivir en distintas temporalidades, en el paseo más importante de la ciudad, con los personajes que marcaron su formación histórica, artística e intelectual.
El carácter polémico predominante en la obra de Rivera, así como, la vasta historia de la Alameda se hacen presentes en este testimonio pictórico, que en su nueva ubicación sigue siendo testigo de la ciudad y su transformación.