Cordelia Urueta
Carácter y color
Nacida en el seno de una familia de renombrados intelectuales, Cordelia Urueta (Ciudad de México,1903-1995), es una protagonista importante de la pintura moderna en México. Hija del célebre literato modernista Jesús Urueta y de Tarsila Sierra, a su vez hija del periodista y poeta Santiago Sierra, Cordelia creció en un ambiente propicio para el cultivo de las letras y de las artes, y para el desarrollo de su vocación por la pintura.
Su obra es una constante búsqueda reflexiva sobre su propia identidad y condición, frente al mundo que la circunda. A lo largo de su trayectoria escapó de los convencionalismos sociales y también de las polarizaciones típicas de su generación, que dividían a los artistas entre los comprometidos con causas sociales y los comprometidos con el arte. Si bien su trayectoria se distingue por los logros formales y estéticos de su pintura, es notoria dentro de sus temáticas la presencia de elementos de crítica que revelan a una mujer inteligente que supo estar en el mundo alternando dos facultades en apariencia extremas, que suelen acompañar al proceso creativo: la atención acuciosa y la distancia.
Si bien se ha reconocido a Cordelia Urueta como pintora abstracta, es importante mencionar que nunca perdió el interés por la figura humana y por la representación de elementos reconocibles para el espectador, ya fueran formas orgánicas o geometrizadas, dando prioridad al tratamiento del color y las texturas. Durante su vida artística nunca se adhirió a corriente estilística o agrupación específica alguna, optando así por mantener una ruta muy personal inspirada por un incesante impulso de renovación. “La gran dama del arte abstracto” falleció el 3 de noviembre de 1995, dejando un rico y prolijo legado pictórico que es motivo de incesante interés por parte de públicos diversos y de académicos de diferentes generaciones.
El Museo Mural Diego Rivera presenta una cuidadosa selección de obras pertenecientes a las diversas etapas pictóricas por las que transitó la artista. Siguiendo el guion curatorial que invita al público a tener una lectura de cronología invertida (de adelante hacia atrás) predominan en el primer piso problemas de composición, forma y color; timbres vibrantes, atmósferas y texturas que transmiten emociones y sensaciones, así como expresiones de su pensamiento través de sus ojos, su mente y sus pinceles.
En el recorrido la figuración va ganando terreno, y con ello el recuerdo de un origen y de épocas tempranas que por sus alcances deben valorarse por sus notables atributos artísticos, y no solamente por su condición previa a la abstracción.