Este 2021 el Museo Mural Diego Rivera presenta un proyecto realizado en colaboración con la Academia de Artes que parte de una visión renovada sobre el papel de los museos en el siglo XXI. En un momento en el que se habla de diversidad y multiculturalismo, resulta decisivo emprender estrategias en favor del diálogo abierto y plural.

 

La imagen gráfica ha jugado un papel fundamental en la construcción del imaginario colectivo, así como en la propagación de discursos al interior de los movimientos de resistencia y subversión que perfilaron al convulso siglo XX mexicano. En la gráfica se consolidó la búsqueda de un sujeto que daría identidad al programa nacionalista de la modernidad, pero también fue cimiento de las rupturas de los años 1970 y consiguió reinventarse en la era digital.

 

Esta exposición recoge en 51 imágenes del acervo de la Academia de Artes las múltiples manifestaciones de la cultura desde la óptica de artistas que de alguna manera han experimentado la migración, el desplazamiento , la otredad y quienes desde la práctica artistica, han dibujado los semblantes de la diversidad y dado forma a los lugares donde opera la cultura viva, movible y en permanente cambio.

 

Sin embargo, esta muestra no se limita a la celebración de la pluralidad, sino que reflexiona sobre la “diferencia” y la “indiferencia”. Esta lectura crítica arroja luces sobre el tejido social que congrega a sus miembros en el espacio público, pero que también margina, desconoce y niega.

 

Imagografías de diversidad: el entre-medio de la cultura es un proyecto curado por el Dr. Adolfo Mantilla, a quien el Museo Mural Diego Rivera agradece la cuidadosa selección de obras y la posibilidad de abrir un debate en torno a la forma en la que entendemos la cultura y sus manifestaciones, a partir de un discurso que da visibilidad a la experiencia de la diversidad más allá de los estereotipos y convenciones.

 

Agradezco también al Instituto de Fisiología Celular de la Universidad Nacional Autónoma de México, particularmente al Dr. Francisco Fernández de Miguel, por sumarse a esta iniciativa, con la instalación de un laboratorio que convierte al museo en campo extendido del estudio que coordina en torno a la percepción y sus expresiones a través del proyecto Arte y Cerebro.

 

Nuestra gratitud a la Dra. Louise Noelle, Académica Secretaría de la Academia de Artes por su generoso apoyo en esta exposición con la que el Museo Mural Diego Rivera pretende enriquecer el debate sobre la diferencia, así como generar comunidad desde la pluralidad y la incluisión, promoviendo la integración de otras voces en los espacios institucionales.

 

 

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INTRODUCCIÓN 

 

La muestra Imagografías de diversidad: el entre-medio de la cultura explora una selección de expresiones gráficas creadas desde finales de los años treinta hasta principios de los años sesenta del siglo XX, con la intención de configurar una aproximación múltiple a diversos agentes y espacios sociales propios de la cultura, la identidad y la diversidad. Con ejemplos de obras producidas por artistas de más de una decena de países, la narrativa de la exposición pretende integrar un dispositivo enfocado en el diálogo, a partir de la experiencia de la diversidad, entendida como el efecto de la identificación del “tercer espacio”, definido por Homi K. Bhabha como “el entre-medio de la cultura”. En busca de generar una experiencia visual transcultural, que registre dimensiones heterogéneas de la dinámica cultural, la exposición está conformada por cincuenta y una obras que a su vez registran diversas prácticas culturales, que se entremezclan para crear una imagen plural de estos intersticios donde emerge la realidad de la diversidad cultural. Así, treinta y nueve artistas permiten la creación de un espacio para el reconocimiento de la diversidad cultural, mediante la exploración de ejemplos de gráfica que forman parte del acervo de la Academia de Artes.

 

EL ENTRE-MEDIO DE LA DIFERENCIA

 

Tres imágenes que registran, de forma distinta, espacios de interacción en diferentes entornos y desde diversas miradas, inician la exploración de ámbitos culturales reproducidos por artistas nacidos en ciudades de países situados alrededor del mundo. La ronda infantil (1958) de Luis García Robledo, A pares y nones (1949) de Arnold Belkin y Dong Fang Hong (1959) de Niu Wen, configuran una imagen tridimensional de la relación cultura-identidad-colectividad. Cada una de las escenas representa una dimensión de las actividades lúdico-culturales infantiles y documenta la manera en la que se producen numerosas posiciones que

configuran espacios en el “entre-medio” de varios ámbitos culturales. De este modo, la mirada artística se torna un dispositivo de entrelazamiento cultural que marca múltiples espacios de interacción.

Junto con las obras anteriormente mencionadas se encuentra un conjunto de piezas que, bajo la misma circunstancia, logran capturar escenarios culturales donde las colectividades llevan a cabo actividades de carácter ritual-festivo-cívico. En cada uno de estos ámbitos es posible identificar una particular articulación entre la dinámica registrada en la imagen y el punto de vista cultural del autor. Danzantes (1949) de Ernest Frank de Soto, Danza de las potencias (1944) de Irving Kriesberg, y Danzantes de Yautepec (1952) de Fanny Rabel, muestran tres perspectivas divergentes de la cultura mexicana, al tiempo que establecen un puente con otro grupo de ejemplos que exploran espacios públicos donde se expresan diversas dimensiones de la dinámica cultural. Carnaval en Huayacocotla (1939) de Alfredo Zalce y El judas (1939) de José Chávez Morado presentan, en contraste, una aproximación de espacios festivos propios de la cultura mexicana elaborados por agentes con un grado de proximidad distinta a la de sus contemporáneos norteamericanos y europeos.

Por último, cuatro ejemplos organizados conforme a la idea de “espacio público” y las “colectividades” permiten encontrar posiciones propias de una misma dimensión de la diversidad. En la plaza (ca. 1938) de Francisco Dosamantes, Hombre disfrazado de diablo (1945) de Fernando Castro Pacheco, Procesión (s/f) de Pablo O’Higgins y Cómicos (1941) de Marshall Goodman, establecen un espacio entre culturas que registra una dimensión múltiple del fenómeno de la identidad.

En un espacio consecutivo es posible contemplar a las Pescadoras (s/f), un magnífico ejemplo del trabajo de Igor Pavlovich Obrosov, en conexión con tres excelentes obras que datan de la década de los cincuenta, elaboradas por artistas vinculados históricamente. En Pescadores en el muelle (1951), el japonés Hiroharu Nii logra el registro de una escena cotidiana que muestra una de las actividades más comunes en la cultura, la pesca; en Salida al mar (1957), Lu Yi, también de origen asiático, plasma de manera extraordinaria una bahía que bien podría ser común a diversos contextos geográficos; la mexicana Elena Huerta Múzquiz, con Pescadores de Cantón (1957), establece un contraste con las anteriores, dado que

constituye una perspectiva “externa” desde el interior de la cultura cantonesa. Como complemento a las referencias de las actividades culturales mediadas por la pesca, el espacio se cierra con obras de artistas originarios de cuatro contextos geográficos. José Venturelli Eade y Domingo O. Ulloa elaboran retratos del campo chileno desplazados temporalmente, pero en plena relación con una serie de imágenes que revelan en estas actividades una referencia compartida. El trabajo de Mariana Yampolsky permite identificar una aproximación empática con respecto de México, su segundo referente cultural más profundo. Esta secuencia visual encuentra un epílogo transcultural en ejemplos de dos artistas nacidos en China: Gu Yuan, de Tangjiawan, y Niu Wen, de la comunidad de Linshi, en la provincia de Shanxi.

En su conjunto las doce piezas que conforman este segundo espacio construyen una multiplicidad de conexiones entre esferas culturales disímiles, todas determinadas por la articulación objeto-representamen-interpretante.

 

   

 

En un espacio consecutivo es posible contemplar Pescadoras (s/f), un magnífico ejemplo del trabajo de Igor Pavlovich Obrosov artsita nacido en Moscú en 1930. En conexión con esta obra emblemática del arte de aquel contexto geográfico, se muestra Buena pesca (1959), ejemplo de la producción gráfica de Adolfo Quinteros Gomez nacido en la ciudad de Chihuahua, y Niños pescando (s/f) de Moshe Gat nacido en Haifa, Israel. Este último llegó a México a finales de la década de los cincuenta, y logró durante su estancia en este país la identificación de espacios-agentes propios de la cultura mexicana, pero al mismo tiempo representativos de practicas comunes a cualquier espacio geográfico. El tríptico conformado por las obras mencionadas establece una articulación con tres excelentes ejemplos fechados en 1957, cada uno elaborado por diferentes artistas conectados históricamente. Por un lado Hiroharu Nii, importante artsita nacido en Japón, logra el registro de una escena cotidiana que muestra una de las actividades más comunes en la cultura, la pesca. Lu Yi, otro artsita de origen asiático plasma en una obra de factura extraordinaria una bahía que bien podría ser común a diversos contextos geográficos. Por ultimo Pescadores de Cantón (1957), de Helena Huerta Múzquiz nacida en la ciudad de Saltillo, Coahuila, permite establecer un contraste con las anteriores, dado que constituye una perspectiva “externa” desde el interior de la cultura cantonesa. Complementado las referencias a las actividades culturales mediadas por la pesca el espacio se cierra con ejemplos de obras de artistas originarios de cuatro contextos geográficos diferentes. José Venturelli Eade y Domingo O. Ulloa, ambos elaboran dos retratos del campo chileno desplazados temporalmente, pero en plena relación con una serie de imágenes que encuentran en estas actividades una referencia compartida. El ejemplo de Mariana Yampolsky, nacida en la ciudad de Chicago, Illinois, permite encontrar nuevamente una aproximación empatica con respecto de México, su segundo referente cultural mas profundo. Esta secuencia visual encuentra en ejemplos de dos artistas nacidos en China un epilogo trasncultural. Por un lado Gu Yuan, nacido en Tangjiawan, China, y por el otro Niu Wen nacido en la comunidad de Linshi, en la provincia de Shanxi, también en China. En su conjunto las doce piezas que conforman este segundo espacio permiten construir una multiplicidad de conexiones entre esperas culturales distintas, todas determinadas por la articulación objeto-representamen-interpretante.

 

 

EL ENTRE-MEDIO DE LA IN-DIFERENCIA

 

Miembro fundador del Taller de Gráfica Popular desde 1937, Alfredo Zalce colaboró durante una década en el que sin duda fue el proyecto colectivo más significativo de la época. En Mundo (1939), plasma una visión apocalíptica que muy probablemente tuvo como referente central la Segunda Guerra Mundial. La obra funciona como imagen introductoria a un espacio conformado por piezas que subrayan diversos aspectos de la cultura, marcados por el conflicto y la decadencia. Por otro lado, cuatro artistas, nacidos en México, Japón, Chile y Bulgaria, respectivamente, hallan en las manifestaciones un referente simbólico compartido en sus obras. Salvador Romero González, Hiroharu Nii, José Venturelli Eade y Hristo Neykov representan una dimensión cultural en común.

Un tríptico, conformado por obras de Heng Lin, Elizabeth Catlett y Adolfo Mexiac, registra la presencia de la figura femenina como agente protagónico en contextos de lucha. Otras tres piezas sitúan en la referencia femenina un espacio poderoso para la identificación de signos decadentes de la realidad humana. Por su parte, el artista ucraniano Alexander Grigorievich Danchenko logra una imagen con profundos rasgos expresivos que, junto con el trabajo de los artistas norteamericanos John Wilson y Charles White, conforma un retrato triple de la inquietante y melancólica realidad de las poblaciones subalternas. Finalmente, dos imágenes que bien podrían evocar a la profunda tradición iconografía de la imago-pietatis creada desde la Edad Media, cierran una secuencia visual determinada por la representación de un mundo en pleno momento de descomposición. Hristo Neykov, artista fundamental para acceder al realismo búlgaro, logra una imagen de matices expresionistas que genera una gran profundidad y fuerza visual. En tanto Hiroharu Nii, uno de los más importantes artistas gráficos de Japón, registra una escena dramática del mundo justo en el punto medio del siglo XX.

En un espacio contiguo, las obras de Martin Snipper y Jean Charlot muestran escenas cotidianas que tienen como referencia el momento de la comida y la cocina. Otro par de obras que revelan la vida cotidiana de sectores demográficos populares tienen como autores a la estadounidense Hallie Donaldson y al mexicano Mariano Paredes, respectivamente; en ambos casos, es posible registrar imagotipos populares. En el mismo espacio se localizan dos piezas que marcan la situación de grupos marginados vistos desde ángulos culturales distintos. Una de ellas es de Allen Wolf y la otra de Galo Galecio Taranto, quien trabajó en México entre 1944 y 1946. En la última parte de esta secuencia iconográfica, una docena de piezas construye un epílogo que hace un muestreo final del punto ciego de la cultura. Isidoro Ocampo y Victor Mikhail Arnautoff enuncian una profunda crítica social a través de tres retratos de los grupos olvidados. Este tríptico, junto con otro, conforman una imagen múltiple de los espacios engendrados por la pobreza y la desolación. Piezas de los artistas mexicanos Ángel Bracho Meneses, Leopoldo Méndez y Alfredo Zalce ofrecen una referencia de los entornos suburbanos donde se localizan los sectores más castigados. En tanto dos obras de Alberto Beltrán aluden de manera sucinta a la migración.

Finalmente, y en oposición con las tres imágenes que abren el recorrido iconográfico de la muestra, está distribuida una serie de referencia a formas distintas de retratos infantiles, todos en clara situación de exploración. Los retratos son cuatro: uno de Elizabeth Catlett, determinado por una clara intención social; otro de Andrea Gómez, autora de la La niña de la basura (1956); otro más de Alberto Beltrán, y el último de Fanny Rabel, artista polaca, cuya profunda inmersión en la cultura mexicana le permitió desarrollar un trabajo gráfico capaz de identificar realidades tanto de la megalópolis mexicana, como del contexto europeo en el marco de la persecución de la población judía durante la Segunda Guerra Mundial.

 

 

En un espacio contiguo un ejemplo del trabajo gráfico de Martin (Cohen) Snipper de padres inmigrantes judíos rusos pero nacido en Nueva York, conforma junto con un a obra de Jean Charlot artista nacido en Francia pero que se estableció en la Ciudad de México desde 1922, logran una escena cotidiana que tiene como referencia el momento de la comida y la cocina. Otro par de obras que muestran la vida cotidiana sectores demográficos populares está compuesta por un ejemplo del trabajo gráfico de Hallie Donaldoson nacida en los Estados Unidos y miembro del Partido Comunista de aquel pais y Mariano Paredes nacido en el puerto de Veracruz y colaborador para las Misiones Culturales en 1945. En ambos casos es posible registrar imagotipos populares. En el mismo espacio se encuentran dos escenas que marcan la situación de grupos marginados vistos desde ángulos culturales distintos. Por jun lado la obra de Allen Wolf nacido en Washington, y por el otro la de Galo Galecio Taranto nacido en, pero que trabajó en México entre 1944-1946. En la ultima parte de esta secuencia iconografíca una docena de piezas construye un epilogo que hace un ultimo muestreo del punto ciego de la cultura. Raúl Anguiano nacido en Guadalajara, Isidoro Ocampo naciido en el Puerto de Veracruz y Víctor Mikhail Arnautoff nacido en Ucrania, enuncian una profunda crítica social a través de tres retratos de los grupos olvidados. Este tríptico junto con otro conforman una imagen múltiple de los espacios engendrados por la pobreza y la desolación. Piezas de Ángel Bracho Meneses, Leopoldo Méndez y Alfredo Zalce, los tres nacidos en Mexico, dan una referencia de los entornos suburbanos donde se localizan a los sectores más castigados.  Por otro lado dos obras de Alberto Beltrán nacido en la Ciudad de México, hacen una pequeña referencia a la migración. Finalmente y en oposición con las tres imágenes abren el recorrido iconografico de la muestra, estan distribuidas una serie de referencia a formas distintas de retratos infantiles, todos en clara sucyaicon de exploración.  Los cuatro retratos, uno de Elizabeth Catlett determinado por una clara intención social, otro de Andrea Gómez autora de la obra La niña de la basura (1956), y dos mas, uno de Alberto Beltrán y otro de Fanny [Rabinovich] Rabel artsita nacida en Polonia, pero que logro una profunda inmersión en la cultura mexicana que le permitió desarrollar un trabajo gráfico capas de identificar diversas realidades tanto de la megalópolis mexicana como del contexto europeo en el marco de la persecución de la población judía durante la Segunda Guerra Mundial.

 

 

VINCULACIÓN CON EL MURAL

 

Desde su apertura en 1947, el Hotel del Prado, ubicado en la Avenida Juárez frente a la Alameda Central, ocupó un lugar relevante no sólo como un sitio de hospedaje de lujo en la agitada Ciudad de México, sino también como un centro social destacado en el que se realizaron eventos de distinta índole que convocaban a una gran cantidad de personas.

Poco antes de la apertura del hotel, Diego Rivera realizó el mural titulado Sueño de una tarde dominical en la Alameda Central, que primero estuvo localizado en el restaurante y después en el lobby. Y es, quizá, la obra de arte más conocida de aquel lugar. En esta pintura monumental, el artista sintetizó cuatro siglos de la historia de México y sus múltiples matices, a través de algunos de los personajes más destacados. Se trata de un relato histórico que comprende los siguientes periodos: la Colonia, encarnada por las figuras de Hernán Cortés, el virrey Luis de Mendoza y sor Juana Inés de la Cruz; la República Restaurada, con los retratos de Benito Juárez, Maximiliano de Habsburgo y su esposa Carlota; el inicio de la Revolución, representado por el grabador José Guadalupe Posada, Porfirio Díaz y Francisco I. Madero, entre otros. No obstante, dentro del mural también conviven otros personajes que forman parte fundamental de la historia: campesinos, obreros, generales, policías, religiosos, músicos y vendedores ambulantes; todos ellos, concurriendo en un mismo lugar: la Alameda Central.

 

 

De esta manera, Rivera conformó un mosaico de la sociedad mexicana, por medio del cual enunció su visión de la historia y la cultura, representando, además, las múltiples actividades, oficios y formas de vida que la componen. De ahí el vínculo entre la exposición Imagografías de diversidad: el entre-medio de la cultura, con el planteamiento del mural. La muestra evidencia una serie de manifestaciones en las que se expresa la sociedad, entendiendo el concepto de “diversidad cultural” como un bien que promueve el intercambio, la innovación, la creatividad y el respeto hacia todas aquellas manifestaciones.

Esta exposición resalta el valor de la diversidad vista desde distintos ángulos, que van desde aspectos económicos, hasta la posibilidad de acceder a una vida moral y espiritual más enriquecedora. En este sentido, la selección de obras que se incluyen, así como la obra mural de Diego Rivera, destacan diferentes actividades del quehacer humano al interior de nuestra sociedad y ponen en relieve la pluralidad de expresiones del capital cultural de nuestra colectividad.

 

 

 

  

SEMBLANZA DE ARTISTAS

 

Luis García Robledo

Arnold Belkin

Niu Wen

Ernest Frank de Soto

Irving Kriesberg

Fanny Rabel

Alfredo Zalce

José Chávez Morado

Marshall Goodman

Francisco Dosamantes

Fernando Castro Pacheco

Pablo O’Higgins

Igor Pavlovich Obrosov

Hiroharu Nii

Lu Yi

Elena Huerta Múzquiz

José Venturelli Eade

Domingo O. Ulloa

Mariana Yampolsky

Gu Yuan

Salvador Romero González

Hristo Neykov

Heng Lin

Elizabeth Catlett

Adolfo Mexiac

Alexander Grigorievich Danchenko

John Wilson

Charles White

Martin Snipper

Jean Charlot

Hallie Donaldson

Mariano Paredes

Allen Wolf

Galo Galecio Taranto

Isidoro Ocampo

Victor Mikhail Arnautoff

Leopoldo Méndez

Alberto Beltrán

Andrea Gómez